El chorizo riojano IGP es sinónimo de calidad. Un producto centenario que sabe adaptarse a los nuevos tiempos, que se elabora con mimo siguiendo un cuidado proceso de elaboración auditado por la Indicación Geográfica Protegida y que se disfruta con los cinco sentidos. Pero si tuvieras que consumirlo a ciegas, ¿sabrías reconocerlo?
Ese es precisamente el reto que hemos propuesto a varios consumidores de diferentes generaciones, en esta particular cata a ciegas (aquí podríamos poner el nombre del reto si ya lo tenéis definido).
Les hemos vendado los ojos y les hemos dado a probar dos tipos de chorizo. En un plato, varias rodajas de chorizo riojano IGP, y en otro, muestras de otro chorizo de La Rioja. ¿Serán capaces de descubrir cuál es el auténtico chorizo riojano IGP?
Descubre nuestro reto.
Quizás porque su forma de herradura y el olor a pimentón, ajo y sal, lo delatan. O porque su textura es más suave y jugosa, poco curada y se mastica muy bien; en su punto justo para comer. O porque “sabe más a chorizo” que otros chorizos. O porque una simple rodaja puede despertarnos recuerdos de algunos de los momentos más felices de nuestra infancia, en el patio del colegio, en la casa familiar durante las fiestas de la matanza o en una excursión al campo.
Por todas estas razones, el resultado ha sido unánime: todos han adivinado cuál era el chorizo riojano IGP. Y es que, quienes lo prueban, no tienen dudas sobre su sabor y son capaces de reconocerlo hasta con los ojos cerrados.
“Huele mucho a pimentón. Me recuerda a mi pueblo; es un olor fresco”, confiesa una de las participantes más jóvenes.
El chorizo riojano IGP es el mayor exponente de la gastronomía de la región y une a diferentes generaciones. Todas coinciden en un calificativo: “calidad”.