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Si hay un concepto que desde tiempos inmemoriales se asocia a la gastronomía española, ese es la palabra “tapa”. Fría o caliente; grande o pequeña; servida como tentempié, como aperitivo o como una comida en sí misma; degustada solo o con amigos… La tapa es parte de nuestra cultura y un concepto gastronómico universal que ha traspasado fronteras y que es apreciada en todo el mundo.

Todo un arte y seña de identidad de nuestro país, sinónimo de informalidad y de tiempo entre amigos.

Existen miles de bares que sirven estas pequeñas raciones a lo largo y ancho del país. Miles de variedades para satisfacer todos los paladares. Y es que, en España, sabemos mucho de comer y de preparar tapas, pero lo que quizás no tantas personas sepan es cómo y dónde surgieron.

El origen de la tapa

Aunque son muchas las historias y anécdotas en las que se habla de cómo nacieron, numerosas voces atribuyen a la tapa un origen “real”.

Distintas fuentes aseguran que fue el rey Alfonso X El Sabio quien prohibió que en los mesones castellanos se sirviera vino si este no iba acompañado de algo de comer. De esta manera se evitaba que el vino se subiera a la cabeza y se intentaban prevenir accidentes.

Este alimento de acompañamiento se colocaba encima de la copa o del vaso, de ahí su nombre: “tapa”. En aquellos tiempos, la tapa solía consistir en lonchas de algún embutido típico de la zona, principalmente, jamón o chorizo, o incluso porciones de queso.

Otras voces sitúan su origen más al Sur, en la provincia de Cádiz, cuando el rey Alfonso XIII estaba realizando una visita por la zona. El monarca y su comitiva pararon a comer y pidieron una copa de vino de jerez. El camarero, para evitar que el vino se llenara de arena, colocó una loncha de jamón sobre el cáliz para taparlo. El monarca se comió la “tapa” y se bebió el vino, y así nació una de las tradiciones más antiguas de nuestra gastronomía.

Un concepto que traspasa fronteras

Con el paso del tiempo, las tapas han evolucionado, han traspasado fronteras y se han vuelto internacionales. También se han diversificado en cantidad, calidad y sabores. Hoy en día podemos encontrar desde sencillos aperitivos y pequeñas raciones para acompañar la bebida, hasta elaboradas porciones que bien pueden sustituir un almuerzo una cena.

También fuera de nuestras fronteras el concepto se ha extendido y es bien apreciado como un símbolo de la cultura española, por lo que no es de extrañar encontrar a gente degustando “tapas” sin complejos frente al Big Ben, en la Fontana de Trevi o en algún rincón del barrio de Montmartre.

El chorizo, el rey de la tapa

Pensar en tapa es pensar en chorizo. Este embutido es sin duda uno de los reyes absolutos de las tapas, siendo el acompañamiento ideal para un buen vino. En lonchas, más o menos curado, como ingrediente en algún guiso tradicional…

El chorizo riojano es el compañero ideal de almuerzos y cenas, el aperitivo que nunca debe faltar y el sabor que nos transporta una y otra vez a la tierra.